Donde había risas, ahora hay preocupación. Donde se exhibía confianza y un sello distintivo, se enseñan inseguridades y una pérdida de identidad. River extravió el estado de gracia que lo acompañó durante el semestre pasado y se extendió hasta la disputa de la Recopa Sudamericana, el mes pasado. El presente lo muestra confundido. Se mira en el espejo y no se reconoce. La vista perdida y una mueca de insatisfacción en el rostro forman una imagen que se hizo repetida en el torneo que lo obsesiona y al que volvió después de seis años de ausencia: la Copa Libertadores. Está atrapado en un laberinto y para salirse necesitará de la ayuda de otros, una situación impensada para un plantel de jerarquía. La frustración deportiva que lo envuelve podría arrastrar desajustes a una economía que precisa dinero fresco para solventar el proyecto. En Monterrey, frente a Tigres, el 8 de abril próximo, estará obligado a recuperar las banderas que le devolvieron la grandeza para sostenerse en pie.
River se tornó imprevisible. Poco queda de los elogios que lo convirtieron en un modelo dentro de un fútbol argentino mediocre. Una rareza, porque el plantel, que no se desmanteló, recuperó a Cavenaghi y hasta sumó a Pity Martínez y el uruguayo Mayada para llevar adelante el sueño copero.
Futbolísticamente, los millonarios sufrieron una transformación: de aquel equipo que cosechaba elogios por su juego, con pausa para atacar y sociedades, pasó a desarrollar un fútbol de ritmo acelerado; de aquella estructura que marcaba superioridad y avasallaba a los rivales pasó a ser un conjunto que dilapida situaciones y no ofrece garantías cuando defiende. Las individualidades, que en momentos rescataban el andar colectivo, ahora no logran solucionar los mínimos problemas que se presentan. Así, Teo Gutiérrez en poco se parece al delantero que fue distinguido como el mejor jugador del fútbol sudamericano; Pisculichi no ofrece las pinceladas de talento que lo elevaron en magistral conductor; los defensores, aquellos que fueron ensalzados por el técnico de la selección Gerardo Martino muestran desatenciones y errores que les impiden ser confiables. Las lesiones (ver página 4) resultaron otro obstáculo en este camino que se vislumbró empinado desde la logística, con viajes a la altura de Oruro; Chiclayo, donde jugó en una maltratada cancha de césped sintético, y ahora Monterrey, donde jugará la primera de sus últimas dos cartas para seguir adelante en esta soñada aventura, pero que resultaba accesible por el calibre de los rivales que componen el Grupo 6.
Todo se enmarañó para River, que no hace pie en la Copa Libertadores ni tampoco en el torneo local, aunque el diseño de campeonato de largo aliento -29 fechas- le permitirá recomponer la hoja de ruta. Peligrosamente, el equipo se olvidó de ganar; llamativamente, al conjunto que se destacó en el semestre pasado por dominar a sus adversarios en la actualidad le pesa sostener una ventaja frente a equipos que asoman inferiores: River, tras ir ganando, empató con Juan Aurich -dos veces-, por la Copa; Quilmes y Unión le igualaron por el certamen doméstico. Con el agravante de que tres de esos cuatro encuentros los disputó en el Monumental, escenario también del 1-1 con Tigres, de México.
El desconcertante andar futbolístico puede provocar también un descalabro económico. Con la Copa Libertadores como obsesión, la apuesta de no vender a ninguna de las figuras fue una jugada que debe encontrar respuestas en la cancha y los resultados. El vicepresidente Matías Patanian deslizó la trascendencia de la problemática: "Sería muy complicado quedar eliminados. Esperemos que no suceda", advirtió el dirigente, en diálogo con radio Concepto. Tiene sus razones deportivas y financieras. Mientras los futbolistas se desvalorizarían después de un 2014 de nivel superlativo, con vueltas olímpicas que se repetían, los ingresos no se ajustarán a lo presupuestado. Clasificarse para los octavos de final le significaría un ingreso de alrededor de 500 mil dólares de parte la Conmebol, que desembolsará US$ 5.100.000 para el campeón.
Con rapidez y sin margen de equivocación, River necesita salir del estado de shock que le impide repetir los logros del año pasado.
0 comentarios
Publicar un comentario