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miércoles, 25 de marzo de 2015

Ucrania Oriental: ¿Comunistas y nazis en la misma trinchera?


Miércoles 25 de marzo de 2015

â??Combatíamos comunistas y nazis juntosâ??. â??Todos queremos lo mismo: la justicia social y la liberación de Rusia de la invasión ucraniaâ??. Las frases citadas corresponden a las manifestaciones efectuadas ante la policía por dos de los ocho españoles arrestados en Madrid a su regreso de luchar en el este de Ucrania. Todos ellos enrolados junto a cientos de voluntarios prorrusos llegados de otros países entre los que, aseguran, â??la mitad son comunistas y la otra mitad nazisâ??.

Con lo que ahora acaban de revelar estos auténticos testigos de cargo (http://politica.elpais.com/politica/2015/02/27/actualidad/1425044924_696253.html) , lo que era un secreto a voces adquiere carta de naturaleza. Milicianos de ideología nazi junto a Putin para ayudarle a implantar Novorrusia, su proyecto imperialista. Aunque la izquierda nostálgica de la antigua URSS se haya obstinado en lo contrario. Mimetizada al compás de la propaganda de los halcones del Kremlin, su lectura del conflicto versaba monolíticamente sobre un contencioso originado por un golpe de Estado inspirado por la UE y EEUU, la toma del poder en Kiev por una Junta fascista y otros trampantojos de similar calibre. Hazañas bélicas de buenos y malvados.

La flagrante contradicción entre lo que cuentan los medios de comunicación disciplinados a la voz de Moscú y lo que ahora sostienen sus propios combatientes, demanda una explicación razonada. Porque evidencia algo más que una contradicción del tipo de alistarse en la Brigada Internacional Carlos Palomino, en honor del activista antifascista asesinado en Madrid en 2007 por un paracaidista ultra, y compartir trinchera con tres ex militares españoles y nazis. Resulta obvio que la anexión de Crimea y la escalada militar a favor de los secesionistas de la región de Dombás emprendida por Putin incita a que comunistas y nazis compartan armas porque ambos buscan la â??justicia social y la liberación de Rusia de la invasión ucraniaâ??.

Pero admitamos como hipótesis que â??comunistas y nazis â??quieren lo mismo: justicia socialâ??. Algo que está en la retórica de todos los movimientos sociales que buscan captar el fervor de las masas. Esa convergencia, de cimentarse en el tiempo y en la camaradería que insufla el ardor guerrero, podría llevar a una cohabitación futura dentro de la sociedad civil. Quizás su estela asome ya en la imitación de ciertas prácticas que, como la okupación urbana, comienza a ser frecuente entre los grupos de extrema derecha españoles. Porque por encima de las categorías tradicionales parece estar emergiendo un frentismo indiscriminado. Que â??comunistas y nazisâ?? estén de acuerdo en jugarse la vida por un Estado oligárquico, nuclear e hipercapitalista, que depreda a las naciones de su â??patio traseroâ?? como los peores tiempos de Estados Unidos con Latinoamérica, merece una profunda reflexión.

Ya no vale tirar balones fuera y echar mano del falsos victimismos. Son demasiadas las pruebas que indican que alrededor de la crisis humanitaria desatada en Ucrania se están reactivando algunos de nuestros peores demonios familiares. Se pasó por alto la presencia de observadores de los principales partidos xenófobos europeos (desde el partido Amanecer Dorado a la formación Plataforma per Catalunya) como avalistas de las posiciones rusas en la anexión de Crimea. Se hizo el silencio al divulgarse que el Kremlin es el principal financiador del Frente Nacional (FN) francés de Marine Le Pen. Se minimizó el hecho de que uno de los principales ideólogos de Putin, Alexander Duguin, apóstol del ultranacionalismo, la homofobia y el tradicionalismo religioso, sea el teórico de cabecera de muchos grupos neonazis europeos (aquí es un conferenciante de plantilla del ultra Movimiento Social Republicano). Pero las aportaciones de primera mano de los brigadistas españoles han confirmado las peores sospechas: Putin ha logrado que comunistas y nazis estén en la misma trinchera.

Y no estamos en 1939. Cuando Hitler y Stalin se aliaron para repartirse por la fuerza media Europa incendiando con ello la Segunda Guerra Mundial. Sino un siglo después de que el mundo sufriera las consecuencias de las políticas represivas llevadas a cabo por los dos estados totalitarios más homicidas de la historia. Por eso no se comprende que con esas trágicas experiencias sobre nuestras conciencias la sociedad civil democrática permanezca pasiva. Al menos el actual movimiento anarquista, que padeció en sus carnes como ningún otro la barbarie nazi-estalinista y la combatió desde sus inicios sin ningún tipo de componendas ni subterfugios, debería denunciarlo para que poder seguir reconociéndose libertario. Reclamar la paz como valor supremo de la humanidad es absolutamente de izquierdas.

(Nota. El título de este artículo va entre interrogaciones adrede, rectificando el tenor literal de la cita que lo sustenta. Por respeto a las personas de buena voluntad que pueden sentirse injustamente ofendidas por una afirmación genérica de â??comunistasâ?? donde en realidad debería decir â??estalinistasâ??).





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